Juliana es una de las muchas abuelitas que enfrenta cada día la dura realidad del abandono. Como ella, el 38% de las personas mayores viven solas, sin familia cercana que las acompañe o apoye en los momentos más difíciles.
Nuestra misión nace de una verdad fundamental: nadie debería enfrentar la vida en soledad. Por eso, nos esforzamos en llegar hasta ellas con un poco de ayuda, esperanza y el recordatorio de que aún hay personas en las que pueden confiar.
Con cada visita, llevamos no solo apoyo físico, sino también emocional. Cambiamos su momento, les brindamos una sonrisa y, sobre todo, les recordamos que no están olvidadas. Pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos tu apoyo para seguir transformando vidas.
Únete a nuestra causa y sé parte de esta cadena de amor y solidaridad. Porque un pequeño gesto puede ser el inicio de una gran diferencia.