En lo alto de la sierra peruana, donde los caminos se pierden entre cerros, vive la abuelita Juanita. Para llegar a su casa, hay que caminar por trochas sin sendero. Vive sola, en una humilde choza que apenas la protege del frío. Su historia es una de las tantas que evidencian el abandono de nuestros adultos mayores.

Cuando llegamos, no solo llevamos alimentos, sino también un poco de esperanza. Entre las cosas que le ofrecimos, había una taza de chocolatada caliente. Su reacción nos impactó: no sabía cómo tomarla. Nunca había probado algo así. La realidad de la pobreza extrema es tan dura que lo que para muchos es cotidiano, para ella es desconocido.

Pero lo más impactante fue lo que nos contó: el gobierno local solo le da 5 tarros de leche al año. Eso es todo. Sin familia, sin ayuda constante, sin acceso a una alimentación digna. ¿Cómo puede alguien sobrevivir así?

No es solo la abuelita Juanita. En muchas comunidades de los Andes y la selva, cientos de ancianos viven en condiciones similares. En SOY AGUILAR, luchamos por cambiar esto, pero necesitamos tu ayuda.

Tú puedes marcar la diferencia. Con una donación, con una difusión, con un pequeño acto de solidaridad, podemos darle una mejor vida a quienes han sido olvidados. Porque la vejez no debería ser sinónimo de hambre y soledad.

Ayuda hoy. Cambia una historia. Sé parte de la solución.