Lejos, en un rincón donde el tiempo parece haberse detenido, vive la abuela Epifania. Nadie sabe su edad exacta. Vive sola, sin acceso a comida ni medicinas. Su única compañía son sus perritos, que, al igual que ella, sobreviven con lo poco que encuentran.

Nos dijeron que el camino era difícil, que no valía la pena ir tan lejos con tan poco. Pero cuando llegamos, entendimos que esas pequeñas cosas significaban todo para ella. Caminamos horas, enfrentamos abejas salvajes, preguntamos hasta encontrar su casa. Y ahí estaba ella, frágil, con dolores en sus huesos por falta de vitaminas, con una mirada llena de tristeza… pero con la esperanza de que alguien la recordara.

No podemos permitir que más personas como la abuela Epifania vivan en el olvido. Cada donación, cada aporte, cada gesto cuenta. Tu ayuda puede marcar la diferencia entre el abandono y la esperanza.

Únete a nosotros en esta misión de amor y solidaridad. Porque nadie merece envejecer solo. Porque juntos, podemos cambiar vidas.

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